Según una encuesta realizada a varios millares de jóvenes de los que han estado en la JMJ, se han llevado un excelente concepto de España y aconsejarían a sus amigos a venir por aquí de visita.
Bastantes de estos jóvenes, tras terminar en Madrid, se han marchado a otros puntos de España a hacer turismo. Todo esto es una de las grandes consecuencias de un acontecimiento tan singular como ha sido la JMJ madrileña.
Otra demanda importante son todos los jóvenes que han estado participando de todo, y ahora, han vuelto a sus casas. Conozco a bastantes de ellos. La pregunta que me han hecho es la siguiente:¿Qué hacemos ahora nosotros?.
Considero que en cada diócesis, movimiento apostólico, comunidad cristiana y escolar, debe organizarse una responsable pastoral juvenil con los jóvenes de la JMJ y con los demás que no han podido acudir a Madrid.
Desaprovechar esta responsabilidad sería algo grave para las Iglesias diocesanas, ya que supondría que los mismos jóvenes se frustraran y echarían en cara a los agentes de pastoral que los han llevado a una fiesta muy bonita de la alegria de la fe y después no le han dado continuidad en la propia localidad donde cada uno vive ordinariamente.
Serían, también, los mismos padres quienes juzgarían a los agentes de pastoral juvenil como unos organizadores de una gran concentración en Madrid, pero unos inconsecuentes que no han sabido ponerle música juvenil a la letra de los muchisimos consejos que el Papa ha dirigido a los jóvenes sobre su vivencia cristiana siguiendo a Cristo dentro de la Iglesia y con todos los hermanos en la misma fe en Dios.
Tomás de la Torre Lendínez
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