as ideas tienen consecuencias en la vida real, y las de la ideología nacionalista son nefastas, no només a famílies i relacions humanes, sinó a tots els àmbits de la vida social. Normal: es el mal rollo que provoca el fanatismo nacionalista, que aleja amistades, rompe vínculos familiares y paraliza la vida económica. Hace unos días supimos por ABC que Barcelona está a punto de dejar de ser el segundo aeropuerto de España en tráfico de mercancías:
“En noviembre, por el aeropuerto de Zaragoza pasaron 16.448 toneladas -un 13,2% más que en noviembre de 2017-, frente a las 15.112 que fueron transportadas por el barcelonés de El Prat -un aumento del 4,2% respecto al mismo mes del año pasado-.
En cómputo anual, el acumulado de enero a diciembre arroja un tráfico de mercancías de 155.867 toneladas en el aeropuerto aragonés, frente a las 158.182 toneladas de El Prat. La distancia cada vez se acorta más en favor del aeropuerto zaragozano, cuya actividad carguera ha crecido este año un 18,5%, ocho puntos más que El Prat”.
Gràcies, Jordi Pujol. Gràcies, lazis. Moltes gràcies, nacionalisme.
Dolça i capada Catalunya…
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