martes, 25 de diciembre de 2018

Elogios históricos a Francisco Franco



Ecclesia Digital

 La Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), editorial de la Conferencia Episcopal Española, acaba de publicar el sexto volumen de la colección titulada La Segunda República y la Guerra Civil en el Archivo Secreto Vaticano, que se refiere a los documentos del año 1938.
En sus más de mil páginas, Vicente Cárcel Ortí  recoge varios centenares de textos inéditos reproducidos en sus lenguas originales y cuidadosamente explicados, pues se trata de despachos de nuncios y embajadores, cartas, notas diplomáticas y apuntes diversos del cardenal Pacelli, secretario de Estado, sobre el desarrollo de la guerra en su etapa final y las intervenciones de la Santa Sede, ante todo para abreviar los horrores del conflicto armado, así como las numerosas peticiones que Pío XI hizo en favor de condenados a muerte y detenidos políticos a  los gobiernos nacional y republicano; peticiones que  no siempre fueron acogidas por las autoridades respectivas.
El volumen se abre con una amplísima introducción de 60 páginas en las que Cárcel sintetiza los acontecimientos  más importantes del año y entre los documentos más interesantes destaca la carta del cardenal Pacelli, envida en nombre del Papa, para felicitar y elogiar al cardenal Gomá y a los obispos españoles por la célebre Carta colectiva del 1 de julio de 1937 en la que denunciaron la sangrienta persecución religiosa que sufría la Iglesia en el territorio republicano. Como es sabido, esta carta no fue firmada por el obispo de Vitoria, Múgica, y por el arzobispo de Tarragona, cardenal Vidal y  Barraquer.
Sin embargo, en los documentos vaticanos constan explícitamente la admiración de ambos hacia la persona de Franco, así como sus deseos de que ganara la guerra y gobernara la nueva España. Múgica había dicho a Pacelli: «Aseguro a Su Eminencia que, siempre sin cesar he rogado mucho por el triunfo del general Franco en España: dos rosarios enteros, momentos, etc.; pero, sin que esto obstase el que yo informara ante la Santa Sede con entereza de Padre y Juez espiritual de mis hijos, de lo que juzgaba gravísimo mal para la causa de la Iglesia y de mi diócesis».
Por su parte, el cardenal Vidal y  Barraquer envió a Franco una extensa carta el 3 marzo de 1938, desde la Cartuja de Farneta (Italia), invitándole a  «no prolongar la lucha más de lo necesario, o de proseguirla con los menores daños posibles»; carta que termina diciendo: «Me cabe el honor de reiterar a V.E. el testimonio de mi simpatía y afecto y de manifestarle que diariamente ruego a Dios nuestro Señor por V.E., y por la salvación de nuestra estimada España».  En la correspondencia epistolar con Pacelli, Vidal habló de «las simpatías que me han merecido los propósitos y recta intención del general Franco y la forma en que se las he manifestado ya verbalmente y por tercera persona, ya últimamente mediante carta que le dirigí». Y por si eran pocas estas expresiones, volvió a repetirlas en una carta del 9 de enero de 1939, que será publicada en el volumen séptimo de esta colección, diciendo: «Por mi parte, como sabe Vuestra Eminencia, tiempo atrás hice llegar al Generalísimo Franco la expresión de mi simpatía».
Vidal escribió también al jefe del Gobierno republicano, Juan Negrín, pidiéndole que hiciera «todos los es­fuerzos posibles para conseguir una paz rápida y duradera»
Durante el verano de 1938, los obispos, estrechamente unidos al cardenal primado Gomá, decidieron a hacer un llamamiento a los católicos del mundo entero, para solicitar su ayuda económica para la obra ingente de restauración de miles de templos destruidos en el territorio republicano.
También quedan ampliamente explicadas las dificultades del Vaticano para reconocer al gobierno nacional, pues no veía claro el futuro de España, y solo lo hizo en junio de 1938, con el nombramiento del nuncio Cicognani.
Según Cárcel, «esta colección – que comenzó en 2011 y está llegando casi a su final, pues el próximo año terminará con los documentos de 1939 – intenta esclarecer la actitud del Vaticano y de la Iglesia en España durante los trágicos años de la Segunda República  de la Guerra Civil y documentan cómo los partidos más extremistas y violentos de derechas e izquierdas fueron creando un clima prebélico que llevaron, inevitablemente, a la mayor tragedia de nuestra reciente historia; unos hechos que hay que recordar tal y como fueron, con textos de la época, prescindiendo de interpretaciones


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