El nacionalismo se ha cargado la convivencia. Así lo explican los vecinos de Tona que cuelgan la bandera nacional en su balcón: “La gente se ha vuelto diferente (…) Según de qué no puedes hablar”. “Dejaron de querer jugar a pádel conmigo”.
Els nacionalistes fan lo que saben: amenaçar i insultar d’amagatotis, escumejant xenofòbia. Lea, lea las cartitas que envían en la reichpública del Motxo:
“Abrí el buzón. Veo una carta con la dirección escrita en bolígrafo. (…) ‘Alguien os lo tenía que decir (…) os echaron de vuestras tierras por estúpidos (…) cada día al levantaros nos cagamos en vuestra puta madre y en todos vuestros muertos‘””.
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