Diario El Mundo
Cuando estudiaba en el seminario, el joven Omar Raposo lo aprendió todo sobre música sacra y canto gregoriano. Enseguida descubrió que tenía un don, pero estaba lejos de imaginar que años después estaría en Río de Janeiro cantando al son de los tambores subido en una carroza. "Es un momento histórico, ¡un cura en Sambódromo, imagínate! Es una manera de decir que podemos divertirnos sin perder la fe, podemos disfrutar del Carnaval sin comprometer nuestros valores", cuenta en una conversación con EL MUNDO.
La escuela de samba Unidos da Tijuca dedica su desfile a hablar del pan como elemento religioso, y decidió que nada mejor que invitar a este cura, muy popular en la ciudad por ser el párroco de la capilla del Cristo Redentor. Al padre Omar esto de la música y el Carnaval no le pillaron por sorpresa, "¡soy carioca!", exclama dando una risotada. Hace años que graba CDs de samba con letras religiosas, y remarca que hay que dejar de demonizar el Carnaval porque es una expresión cultural.
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