Europa, que extendió el cristianismo por todo el mundo está cerca de convertirse en el primer continente sin religión, al menos en su parte occidental. La caída de la fe religiosa y de la práctica entre las minorías que la mantienen es innegable. Incluso una visita a cualquiera de las hermosas catedrales españolas muestra el enfriamiento del catolicismo entre los consagrados: el principal templo de las diócesis se abre a los turistas previo pago de una entrada, mientras los fieles, como visitantes incómodos, tienen reservadas un par de horas.
Una encuesta del Pew Research Center asegura que España es el tercer país europeo en abandono del cristianismo por parte de quienes han sido educados en él de niños. Otros datos confirman el declive del catolicismo no solo como fe, sino también como costumbre: los bautizos, las bodas religiosas, las ordenaciones y la natalidad.
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