Con mis alumnos he estado varias veces visitando el edificio de las Cortes Españolas. Siempre, ellos, los chavales de 14 y 15 años han entrado en fila, en silencio, en el hemiciclo, han observado el techo donde yacen las pruebas de los tiros de Tejero, han tomado asiento en los escaños, han escuchado la explicación del cicerone oficial, nos hemos hecho una foto colectiva y hemos salido con un regalillo en el bolsillo, como un llavero, un pins…
Ninguno de estos chicos osó escupir, chillar, zancadillear, pisar, a los otros. El silencio respetuoso ha presidido siempre la visita.
Hoy ha sido el colmo de la burricia, la estupidez, la nula educación, la cabestrada, el número circense, protagonizado por un tipo que tiene raíces del Sur de España, mezclada con el gran rh positivo de tierras catalanas, pero con una densidad mínima de masa craneal, para ocupar un escaño parlamentario.
Prefiero a mis alumnos y rechazo a tipos que no tienen ninguna educación, encima amparados por un gobierno que no ha votado nadie.
Tomás de la Torre Lendínez
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