Ya es público que se marcha José María Gil Tamayo de la dirección de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social. Tiene nombrado su sucesor.
Conocí a Gil Tamayo, cuando él era solamente delegado diocesano de medios de comunicación de su diócesis de origen Badajoz. Su obispo, entonces, era don Antonio Montero, miembro de la Comisión Episcopal correspondiente. Desde ese cargo, José María saltó a la dirección nacional gracias al apoyo de monseñor Montero.
Rapidamente se notó su entrada en la calle Añastro. Renovó a personas en los cargos de la Comisión, empleó mejores técnicas de trabajo dentro de la misma y, de forma especial, mimó los contenidos de las jonadas anuales de los delegados diocesanos de medios de comunicación social.
Lo consiguió dándoles un contenido más pastoral, más actual, más practico y más enlazado con las realidades diocesanas, que es donde los delegados de entonces nos movíamos contra viento y marea.
Llegó un momento en el que pasé una noche oscura y conté con su ayuda inestimable. Gil Tamayo era y es un buen amigo de los sacerdotes aficionados a los medios de comunicación social. Su paso durante 13 años al frente de la Comisión de Medios le ha valido un aplauso general de todos los hombres y mujeres del mundo de la comunicación.
En la hora de la despedida y su vuelta a la diócesis de Badajoz le deseo mucha suerte. Espero que su experiencia madrileña la ponga al servicio del cargo que se le encomiende.
De lo que sí estoy seguro es no dejará de ser un cura periodista, porque lo ha estudiado, lo ha practicado y lo lleva en la sangre.
Mucha suerte, José María en tu nueva situación. Gracias por todo lo bueno que hiciste por mí y por lo mucho que aprendí de tí. Dios te lo pague.
Tomás de la Torre Lendínez
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